Por si alguien alberga alguna duda, escribo mis obras es castellano, algo que mis lectores conocen.
Desde días antes a la presentación de mi última obra: Guerra a Ultranza, recibí una llamada del Punt Avui invitándome a una Trobada D’escriptors, que se celebraría sobre el mes de julio. Naturalmente acepté la invitación para promocionar mi obra.
Desde abril, creo que he recibido media docena de correos electrónicos de los responsables y organizadores de la Trobada d’escriptors, y el mismo número de llamadas telefónicas para confirmar mi asistencia, en las que me ofrecían todos los avances en la organización de la Trobada: firma de ejemplares, charlas, entrevistas que se iban a realizar, horarios, lugar de encuentro, y un largo etcétera.
Fiel a mi palabra, ayer 12 de julio y a la hora que me indicaron, me presenté en el Auditori de Girona situado en el paseo de la Devesa de la ciudad, un lugar entrañable, todo hay que decirlo.
Me asignaron la firma de ejemplares desde las 12 y media hasta las 2 de la tarde y me facilitaron unos vales para la comida, pero primero debía asistir, junto con el resto de colegas de la Trobada, a una charla, concluida la cual se realizaría una foto de familia de todos los escritores asistentes al acto.
Para mi sorpresa, en la charla solo se habló de los escritores que escriben en catalán… ¿dónde quedaba yo?, pues el Conseller de Cultura, presente al acto y en manos de quién los organizadores confiaron la clausura del mismo, solo tenía palabras de elogio para las obras literarias escritas en catalán y daba a entender que solo la literatura escrita en catalán, hecha por catalanes, es literatura catalana… Parece ser que los que vivimos en Cataluña desde hace más de 50 años y escribimos en castellano, no formamos parte de ese colectivo. (No entendía para qué me invitaron) No hacemos literatura catalana, y por ende, por serlo y hacerlo en castellano, tampoco representamos a la literatura castellana. Me sentí un paria, un apátrida, un escritor que no es de ningún lado y a punto estuve de levantarme de mi asiento y abandonar la sala, no lo hice por educación.
Concluida la conferencia, nos indicaron un lugar para realizar la foto de familia. Todos los colegas buscaron sus obras dispuestas en una larga mesa para posar con ellas, para mi sorpresa, no encontré ejemplar alguno de la mía. Preguntado a uno de los responsables me indicó que no habían encontrado la versión en catalán de mi obra y que no había ejemplares para que pudiera firmar…
Estuve en San Just D’esvern, me entrevistaron, regalé ejemplares…. Todos sabían que mi obra estaba escrita en castellano, nadie me preguntó si habría una edición en catalán, nadie. En los correos electrónicos y en las llamadas telefónicas, nadie mencionó el idioma con el que yo había escrito mi novela, sin embargo, en el último instante, alguien creyó que no era oportuno que un autor como yo que escribe en castellano, mostrara a los lectores asistentes a la trobada su novela.
Nadie me llamó con antelación indicándome que no sería posible la firma. Nadie me escribió para disculparse y pedirme que no acudiera. Insistieron para que asistiera y no tuvieron la hombría de decirme lo que iba a suceder… Bien, prefiero no decir lo que pienso sobre ese grupo de personas que desprecia a los que con nuestro esfuerzo, trabajo y sacrificio de más de 50 años residiendo en Cataluña, hemos contribuido al crecimiento de este gran pueblo.
Esas mentes estrechas, de miras pequeñas, solo merecen mi desprecio. Por suerte, el resto de mis vecinos, amigos y familiares catalanes, no son como esos descerebrados que reniegan de un presente que se vive en perfecta convivencia y armonía, aferrándose a un pasado mitificado que les enardece como a una manada de lobos, pretendiendo construir un futuro que en sus pilares, desprecia la pluralidad lingüística de esta tierra y la riqueza que puede aportar la diversidad de quienes la habitamos.
Soy catalán, me siento catalán y entiendo que como lengua minoritaria se apoye desde todos los ámbitos, civiles, privados e institucionales, pero ese grupo de descerebrados deberían dejarnos vivir en paz porque no son los amos de esta tierra.
Yo, seguiré escribiendo mi serie de Crónicas Catalanas, en castellano.
Buen domingo a todos.